El pan está de moda, pero… ¿Podemos tomar pan en la dieta?
Actualmente estamos viviendo un momento en el que el pan está más de moda que nunca. Proliferan los cursos, los gadgets para hacer pan en casa, un sinfín de video-recetas, blogs con este alimento como único tema, tiendas gourmet especializadas, etc. Si tenemos en cuenta que es uno de los alimentos preferidos de muchísima gente, con tanta apetecible oferta, es difícil resistirse a esta tierna tentación.
Sin embargo, por otro lado la mayor parte de las dietas populares, desde la Atkins, pasando por la Dukan, hasta la Paleodieta, lo prohíben. La norma general es eliminar los hidratos de carbono como clave esencial para conseguir adelgazar, por lo que se con este tipo de dietas podemos decir adiós a los panecillos y las pastas.
También todos hemos escuchado eso de “el pan no engorda”, con lo que cuando queremos empezar una dieta para perder peso, como la mayoría deseamos después de la Semana Santa y antes de que nos pongamos el bikini, podemos volvernos locos tratando de seleccionar aquellos alimentos que más nos convienen.
Para evitar este dilema de pan sí-pan no, lo mejor es atender a la opinión de los expertos en nutrición y dietética, sabemos que los hidratos de carbono son nutrientes básicos que no deben faltar en ninguna dieta equilibrada. Junto con las proteínas y las grasas son los componentes que debemos consumir a diario, los llamados macronutrientes. Todos ellos nos dan energía para nuestras actividades cotidianas, pero son especialmente los hidratos de carbono los que nos proporcionan esta combustible!
Tipos de Hidratos de Carbono
Las recomendaciones de ingesta de carbohidratos son que al menos el 55% de las calorías de la dieta deben proceder de los ellos para asegurar el buen funcionamiento de nuestro organismo. Es una afirmación que podemos leer por ejemplo en la Fundación Española del Corazón.
La clave para no alterar nuestro peso ideal está en seleccionar aquellos que nos proporcionen energía sin que acumulemos más grasa.
Para ello es interesante saber que los nutricionistas hablan siempre de dos tipos de hidratos: los de absorción rápida (por decirlo de manera sencilla, éstos son los que más fácil y rápidamente se transforman en grasa), y los de absorción lenta (los más recomendables). Entre los primeros están las harinas, la miel, la pasta o el pan. Entre los segundos encontramos, frutas, verduras, cereales integrales, hortalizas o legumbres.
Con poca fortuna, los españoles estamos dejando de ingerir fruta, se habla en encuestas recientes que solo el 38 % lo hace, y apenas un 43 % consume verduras y hortalizas.
Muchas dietas megafamosas como la del Dr. Dukan “barrían” los hidratos de la dieta, convirtiéndola en una dieta descompensada (a la par de aburrida, todo hay que decirlo); pero los endocrinos advierten de que deben estar presentes en nuestra ingesta diaria seleccionando aquellos de absorción lenta en mayor cantidad, pero también incorporando los carbohidratos de absorción rápida, solo que en cantidades moderadas y adaptadas al gasto de calorías de cada uno. Podemos tomar más si practicamos actividad física a diario. Además los hidratos de carbono son muy beneficiosos para reponer la energía demandada por el músculo.
Si habitualmente nos excedemos en el consumo se transformarán en grasa y esto nos conducirá al sobrepeso. Pero organizando bien nuestra dieta solo nos proporcionarán beneficios.
Por último podemos decir que algunas personas toman pan de manera compulsiva, con lo que ponen en peligro su salud, no solo por el riesgo de obesidad, sino también porque estas personas presentan un mayor riesgo de padecer diabetes a largo plazo.
¿Y qué podemos hacer si lo que más deseamos comer son alimentos ricos en hidratos?
En la farmacia podemos encontrar plantas medicinales que regulan el metabolismo de los hidratos ayudándonos a frenar el apetito. La Garcinia cambogia o la Fasolina en cápsulas, son plantas usadas en medicina natural que frenan el deseo voraz por los hidratos de carbono. Ayudan a reducir la sensación de hambre, a la vez que reducen el almacenamiento de grasa corporal.
Así que el pan ni engorda ni adelgaza, manteniendo una dieta equilibrada podemos incorporarlo a nuestros alimentos diarios en pequeñas cantidades.